Con un poco de suspense (retraso) volvemos con el asunto que comenzamos el año pasado (esto suena mal pero han sido solo unos días de retraso). Decíamos que el nuevo sistema de oposiciones presentaba ciclos anuales EPSO donde el número de aprobados estuviese establecido de acuerdo a una estimación real de necesidades de personal.
Ello no implicaba, sin embargo, que el número de aprobados señalados en cada oposición equivaliese a un número de plazas real. Nosotros mismos en este blog hemos utilizado el término plazas, aunque ya hemos señalado varias veces que con ello nos referimos al número de candidatos seleccionados una vez superado el proceso completo de selección, aunque ello, a diferencia de lo que sucede en la mayoría de las oposiciones en España, no supone la existencia de una plaza previa para la que se convoca la oposición.
Con la ampliación de la lista de reserva del pasado mes esta diferencia entre plazas y candidatos aprobados queda patente y prueba la existencia del “limbo de los buenos”, esos seres excepcionales que han conseguido superar el carrusel de pruebas a los que EPSO somete a todos los candidatos… y que sin embargo no son aprentemente lo suficientemente buenos para entrar al cielo de los eurofuncionarios.
Estos seres están condenados a vagar entre su lugar de residencia y Bruselas para llamar a la puerta de los recursos humanos de cada Dirección General, intentando que los esfuerzos que hicieron en el triste mundo de los meros candidatos se vea finalmente recompensado por quienes guardan las llaves de Belaymont o Charlemagne o cualquier otro euroedificio.
Buena suerte a todos ellos.